Salieron de la nada
un par de dados inconclusos
mientras el azar caía
y se hería las pestañas
tentando a la mala suerte
y a la parte más ínfima de la soledad.
El resultado del envés
fue imposible de ver,
como el lado oculto de la luna.
Letras, letras y más letras. Dispuestas de cualquier manera. Como cuando de repente el bochornoso calor de una tarde de verano se deshace y comienzan los truenos, la tormenta. Como cuando, después de todo, somos capaces de desahogarnos, en forma de sílabas.