me juego la suerte a cara o cruz,
me apuesto la esperanza (y la pierdo)
en medio del temporal sin solución.
La sonrisa se ha ido rodando
por la parte de atrás
y en la carretera han cerrado el paso
(para recuperarla).
Bajo un cielo que no deja sitio a los ángeles,
(no) volamos,
(no) hay tú ni yo,
no hay sabor (ni) síntesis.
El atardecer deja huellas de sinceridad,
al igual que una muralla inalcanzable
o que una mentira mal dicha.
El atardecer continúa
(sin) camino que le quite la ventaja
(sin) pisadas
que le lleven la contraria.
Los mirlos siguen escondidos en lo más alto de su voz
como la amapola recién marchita
que ya no tiene quien la escuche
que florece, todavía, cabizbaja,
(in)capaz de distinguir lo cierto de lo (in)cierto.
En este atardecer que ya huele a oscuridad
he optado por simularme incrédula
y (no) aceptar los sueños que un día (me) conseguiste,
castillo de espejismo.
