martes, 28 de febrero de 2012

Pesimismo neutral

Bajo un cielo que mira hacia arriba
me juego la suerte a cara o cruz,
me apuesto la esperanza (y la pierdo)
en medio del temporal sin solución.

La sonrisa se ha ido rodando
por la parte de atrás
y en la carretera han cerrado el paso
(para recuperarla).

Bajo un cielo que no deja sitio a los ángeles,
(no) volamos,
(no) hay tú ni yo,
no hay sabor (ni) síntesis.

El atardecer deja huellas de sinceridad,
al igual que una muralla inalcanzable
o que una mentira mal dicha.
El atardecer continúa

(sin) camino que le quite la ventaja
(sin) pisadas
que le lleven la contraria.
Los mirlos siguen escondidos en lo más alto de su voz

como la amapola recién marchita
que ya no tiene quien la escuche
que florece, todavía, cabizbaja,
(in)capaz de distinguir lo cierto de lo (in)cierto.

En este atardecer que ya huele a oscuridad
he optado por simularme incrédula
y (no) aceptar los sueños que un día (me) conseguiste,
castillo de espejismo.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Otro día en la trinchera

El pueblo amanece encapotado
lleno de borrones de tinta indeleble.
El frío roba a las casas
la poca cobertura de felicidad
que aún se guarda para el verano con esperanza.

En algún lugar, no muy lejos de aquí
las nuevas bombas acaban por romper el cielo.
Mientras el trayecto espera
a que el puzle se recomponga
con algo menos de miedo.

El pueblo anochece sin salud
y con tiritas bajo las conciencias.
El sueño no deja dormir a los soñadores
que luchan por un aire perdido
ya sin armas, ya sin alma.

Nos queda despertar y que no se fabriquen armas, que no se fabriquen bombas, que no exista la violencia como tal. Nos queda la esperanza. Nos queda que el número de asesinados y de asesinos se reduzca a cero.