Adoro ese lunar justo debajo de la uña
de tu dedo meñique
y esa rareza que tienes que consiste
en tener unidos por siempre
el gordo y el siguiente.
Me encanta la cicatriz
que cruza el hueso del tobillo
de lado a lado,
una imperfección imperceptible
para quien no te ha soñado tantas veces como te he soñado yo.
Pero lo que más me atrae de tu pie izquierdo
es el talón,
agrietado en verano,
frío en invierno
y húmedo en otoño.
Me gusta tu pie izquierdo.
Sin zapato,
desde el principio hasta el final.
Me gusta cuando contradice a su hermano
y cuando se pelea con el mío.
Tu pie izquierdo es mi guía,
mi principio y mi meta
al hacer el amor.
Se encoge cuando lo toco,
tirita cuando le hago cosquillas.
Me lanza besos desde el otro lado del sofá,
inclinando los cinco dedos a la vez,
el gordo sin separarse del segundo,
el tercero de la misma altura que el anterior,
el cuarto, el del lunar,
y el meñique, con el que suelo cruzar mi anular.
A mi querido zurdo, con tantísimo amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario