Mientras,
los cirros más norteños
besan a aquellas montañas tan ligeras
matando la última línea luminosa
capaz de embarcar
el más profundo de mis hastíos
en este día que ya fallece.
Minutos más tarde,
sonrío a los grises más extenuantes
de cielo inmenso, de tierra inmunda;
gris, grises
apagados, rotos, amarillentos que me rodean
cuando el rosa más centelleante
que grita al universo se marchita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario