Las letras de tu lápida envejecen
como tú si te mantuvieras en pie.
Todas las flores acaban marchitas
hacia las vértebras cuajadas por el descanso.
Aunque sin soporte material,
lo único que no muda son los recuerdos,
que permanecen como imágenes congeladas
a pesar del sol que les baña las miradas constantemente.
Sin embargo,
algunos de estos recuerdos
vaguean como los pájaros recién
nacidos que sobrevuelan este cementerio.
Aquí todos sois iguales, y vais creciendo
cuidados por las estaciones
que se ceden el paso
cuando el giro
finaliza.
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