Se metió en la pluma de aquel escritor,
imaginó baladas
y pintó poesías,
soñó con un abrazo
y voló a ras de suelo.
Añoró tus dedos sobre palabras
y cosió el amor
(como por arte de magia).
Fue incoherente con la
libertad y actuó
como un imán que
mira hacia la otra parte del universo.
Solo lo hizo para regalarte
el secreto del bosque:
aire versado al amanecer.
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